Un reciente estudio de la Universidad de Illinois, en Chigago, ha puesto de manifiesto que las personas que llevan una dieta sin gluten pueden tener mayores concentraciones de arsénico y mercurio en su organismo.
Este estudio, publicado en la revista Epidemiology, ha sido liderado por la doctora María Argos, Profesora Asistente de Epidemiología en la Escuela de Salud Pública.que junto con su equipo ha analizado a 7.471 personas de entre 6 y 80 años, durante 5 años, entre 2009 y 2014.
De esa muestra, 73 personas llevaban una dieta libre de gluten y observaron que los niveles de arsénico en orina eran casi dos veces mayores y los de mercurio en sangre un 70 por ciento mayores en estas personas.
Esto es debido a que los productos sustitutivos del trigo pueden contener sustancias tóxicas procedentes de los fertilizantes usados durante su cultivo, el agua de regadío y el propio suelo, especialmente el arroz. Sin embargo, señala Argos, “Se necesita más investigación antes de poder determinar si esta dieta representa un riesgo significativo para la salud”.
El arsénico y el mercurio, que se producen naturalmente en el medio ambiente, aumentan el riesgo de enfermedades del corazón, cáncer de pulmón, vejiga y piel, y problemas neurológicos a varios niveles como problemas de aprendizaje y bajo cociente intelectual en niños, o parálisis y ceguera.
Hay que tener en cuenta que este estudio no muestra una relación directa de causa y efecto entre ese hábito alimenticio y mayores niveles de toxinas, y que los sujetos analizados eran estadounidenses. Allí no tienen un control de las toxinas de los alimentos tan estricta como en Europa, donde hay regulaciones para la exposición al arsénico procedente de alimentos: “En EE.UU regulamos los niveles de arsénico en el agua, pero si el consumo de harina de arroz aumenta el riesgo de exposición al arsénico, tendría sentido regular también el metal en los alimentos”.
Maria Argos
Por último, los autores del estudio recuerdan que la dieta libre de gluten sólo está recomendada para personas que padecen la enfermedad celíaca, aproximadamente un 1% de la población.
Un estudio de 2015 informa de que ¼ parte de estadounidenses come sin gluten sin tener esa patología, pero se ha demostrado que no aporta ningún beneficio y no reduce la inflamación intestinal. Además, al poder haber consecuencias no deseadas de llevar una dieta libre de gluten, parece menos recomendable aún hacerlo si no se necesita.
Los próximos estudios del equipo de Argos irán encaminados a determinar los riesgos y saber cómo controlar los efectos en el cuerpo, ayudando a personas que no pueden consumir la proteína.